Hay momentos de la vida , pero en mi caso ya es una temporalidad, una permanencia de una sensación insípida de mi experiencia de vida que da pavor. Y existen acontecimientos que vuelven a activar este estado sin resolver, que estaba dormido. Momentos de soledad entre personas, y yendo en piloto automático la mayor parte del día. ¿Esto es vida? ¿Que pasó con la vida? ¿Por que resulta acartonada?
Hay acontecimientos que sin duda te ponen a prueba, de una manera inverosímil. Sé que la teoría la tengo aprendida, la aceptación es la clave , pero hay cosas que son difíciles de aceptar, hay situaciones que te desgarran por dentro y vuelven a poner tu mundo interior patas arriba . Una sacuda fuerte a diez grados en la escala de Richter, donde todo quedó destruido, apenas queda algo , siempre queda algo para ayudar a reconstruir. Pero después de la sacudida queda la desolación y la reflexión en un silencio sepulcral. Este silencio me dice y me presenta que todo está en calma menos yo, y me recuerda la propia neutralidad de la vida.
Por mucho que lo intente, vuelvo a mí agujero, del «sinsentido» no he salido de ahí en muchos años ya. Mi síndrome del explorador me incita a la búsqueda de respuestas, que se encuentran en la sutileza de las cosas. Pero de verdad por mucho que lo intente, sigo insípido , desconectado y muy conectado digitalmente. La batalla del ego es abismal, devastadora , quiere violencia , tiene rabia, quiere destruir y contenerlo resulta quijotesco . Es por ello de que yo si tengo un carácter fuerte, porque me anticipo a mis emociones custodiadas por el ego para no dejarlo salir a sus anchas e intentar disuadirlo con amor incondicional, la verdadera fórmula, la verdadera fuerza que diluye al más grande de los egos.
©Charly Peña